Los weareables, esa tecnología que todas las marcas quieren colocarnos pero ninguna ha sabido vendernos como realmente necesaria o útil en nuestra vida diaria… Es cierto; algunos smartwatches entran por los ojos, y algunas pulseras cuantificadoras parecen tener cierta (subrayando lo de “cierta”) utilidad… Incluso hemos visto “joyas” que se conectan a nuestros móviles, pero ahí están las escasas ventas de los Galaxy Gear o el progresivo desinterés por las Google Glass para darnos la razón.
Quizás esta desgana del consumidor hacia el wearable se deba a que, en estos productos tan dispares, se mezcla un componente de tecnología, y otro que entra en conflicto con la moda, y ahí, excepto los más tecnófilos, la mayoría no terminan de ver claro esos relojes mastodónticos o unas gafas que nos hacen parecer primos hermanos de Vegeta y los Guerreros del Espacio de Dragon Ball.
Por eso, quizás, una vez más, la virtud esté en el término medio, o eso han debido pensar en la firma de moda y complementos americana Tory Burch: si Mahoma no a la montaña, que sea ésta la que vaya a Mahoma.
Os lo traduzco: si las marcas que fabrican wearables no se preocupan por hacer sus productos más trendies y les dan un aspecto más preocupado por la moda, hagámoslo nosotros, pero despreocupándonos del componente tecnológico; camuflemos sus productos en glamour y moda.
Y eso es exactamente lo que ofrecen en un primer acercamiento a la idea: esconder los productos de Fitbit, cuyo sensor y pantalla se puede separar de la banda de silicona, dentro de un colgante o una pulsera en color dorado o bien en un par de colores distintos para un pulsera mucho más vistosa y de moda que la original del cuantificador.
Evidentemente, esto se lo pueden permitir con el Fitbit Flex, ya que no es de esas pulseras que tienen una pantalla LED en la que mostrar información, limitándose sus “comunicados” a los que puede dar mediante sus cinco luces, que en estos accesorios de moda si que quedan visibles.
Desde luego, para quienes se preocupan más por el look que los deportistas y los geeks, esta es una solución intermedia que facilita las cosas a los fabricantes de tecnología, aunque no sé si es la idea definitiva. Pero, ¿quién ve a unas Samsung o LG preocupándose por ofrecer diferentes y múltiples variaciones en el look de un mismo producto? Yo al menos, no por el momento.
Más información | Tory Burch
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