Aunque la comida rápida no suele ser sinónimo de estilo, en Estados Unidos tienen bastante habilidad para convertir algo tan mundano como un perrito caliente en símbolo de identidad de una ciudad. Allí, cada localidad o región tiene sus propios hot dogs típicos, con una combinación única de ingredientes, siendo uno de los más famosos el de la ciudad de Chicago.
Quizás el hot dog de Nueva York es el más conocido mundialmente, con su inconfundible chucrut, pero el de la capital de Illinois es uno de los más valorados en el país. De la misma manera que uno no puede visitar Valencia sin ir a comer una paella, es imperdonable ir a Chicago y no probar sus perritos calientes.
Los ingredientes básicos de un hot dog son el panecillo y la salchicha. En Chicago tienen muy claro cuál es el panecillo adecuado y la forma de preparar la salchicha. El primero debe de tener semillas de amapola --yo no he conseguido encontrarlo--, mientras que las segundas deben hacerse hervidas o al vapor, nunca a la plancha o la parrilla.
También son muy estrictos los chicagüense --menudo gentilicio-- en cuanto a los condimentos. Siguiendo la analogía con la paella, es el mismo sacrilegio echarle guisantes a una paella como rematar un hot dog con ketchup. Allí es un ingrediente prohibido, al menos para los perritos calientes.
Así que tenemos un panecillo con semillas de amapola y en su interior una salchicha hervida o al vapor. Luego solo tenemos que añadir unas rodajas de tomate, otras de pepinillos agridulces --los de las hamburguesas-- y coronar con un poco de cebolla picada (sin freír). También podemos añadir un poco de pimiento si gustamos.
Por último, debemos acabar nuestro hot dog al estilo de Chicago con una buena ración de mostaza dulce y estaremos listos para disfrutarlo. No será lo mismo hacerlo en casa que en un puesto callejero al lado del lado Michigan, pero delicioso lo estará igualmente, y quedaréis como unos señores delante de vuestras visitas.
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