Perrito caliente y champán, ¿se nos ha ido de las manos el hype?

Perrito caliente y champán, ¿se nos ha ido de las manos el hype?
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Hace unos días mi compañera Charlie escribió sobre un local en Madrid que pretende romper el hipstómetro: Bocadillo de jamón y champán, el concepto es original y divertido, pero los precios me parece que van más acordes con la novedad y la moda que con lo que de verdad se ofrece.

Lo más curioso es que no dejé de darle vueltas al tema, había algo que me llamaba la atención, algo que me sonaba. Y de repente caí. Claro, me vino a la mente una de esas conversaciones que tienes, digamos, a horas imprudentes bajo los efectos a veces divinos a veces diabólicos de las bebidas espirituosas. Esas conversaciones que desaparecen de tu memoria, unos días de pez y otras de elefante que en este caso versaba sobre el noble arte de hacerte rico con ideas, por decirlo suavemente, simples.

Hablábamos del inventor del protector de vaso de Starbucks y del inventor del clip, del que inventó los post-its y hasta del que inventó la rueda. Inventos todos valiosos para la humanidad y nada estúpidos. Y un amigo dijo: "Lo que hay que hacer es crear una tontería por la que la gente se vuelva loca, ¿sabéis que hay un sitio en Londres en el que se están forrando por servir perritos calientes y champagne?" ¡Zas! Ahí estaba.

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Hay muchas teorías sobre el origen de las ideas, de modo que es posible que, al estar casi todo inventado dos personas en ciudades diferentes hayan dado con el mismo concepto de negocio. La otra teoría es que alguien ha viajado a Londres, descubierto los perritos calientes y el champán y se ha lanzado a abrir la versión cañí del restaurante. Quién sabe.

Lo cierto es que el de los perritos, llamado Bubbledogs, ha sido todo un hype en Londres. Porque es divertido combinar algo tan low cost como un perrito con el exotismo del champán. Las opiniones de TripAdvisor o de los comentaristas de TimeOut no son las mejores del universo, en primer lugar, hablan de colas interminables (¡es el sitio de moda!) y en segundo, las opiniones son para todos los gustos: "perritos calientes mediocres a precio de champán" es una de mis preferidas. Otra de ellas: "un ejemplo perfecto de estilo sobre sustancia" o como diríamos en España, mucho ruido y pocas veces.

Conste que la idea me parece original, aunque no me llama especialmente la atención, es más, me parece un concepto altamente pretencioso. Un lugar para personas que, en realidad, no valoran la buena calidad de la comida, valoran más la moda o por qué no decirlo, la tontería.

Mi pregunta es hasta donde llegará la moda: un lugar en el que la oferta de comida es limitada e incluso mediocre, al que vas para hacerte la foto pero posiblemente no vuelvas nunca, ¿va a permanecer mucho tiempo abierto? ¿Hasta cuándo? ¿Qué pasará cuando se termine el boca a boca o cuando a la gente deje de parecerle guay? No son bares ni restaurantes que se asienten sobre unas bases de excelencia, sino de originalidad y moda, una vez esto pase... ¿qué les quedará? Seguir innovando, imagino.

Como emprendedores, son fantásticos y les deseo toda la suerte del mundo, pero no olviden: la gente no es tonta. Y la gente no va a pagar veinticinco libras por un perrito caliente reseco y una copa de champán eternamente.

Más información | Bubbledogs

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