Cuando alguien dice "albóndiga", una de las palabras más graciosas de nuestro rico idioma, o mejor aún "almóndiga" me vienen a la mente las que hacía mi abuela: perfectamente redonditas, tiernas como la primera sonrisa de un bebé, con piñones dentro y con una salsa de vino blanco que hacía que quisieras lamer el plato. Algo tan tradicional como las albóndigas parecen no haber corrido la misma suerte que otros manajares de la cocina patria como la tortilla de patatas o las croquetas, actualmente servidas en cualquier bar de España.
Las albóndigas han pasado al olvido, ¿es porque su elaboración es más costosa? ¿Es porque necesitas buena materia primera para hacer una buena albóndiga? ¿Salen muy caras? Iba a ponerme con la elaboración de un documental sobre el tema para descubrir la última tribu de albóndigas vivas en la península y a crear una palataforma para el resurgir de esta oronda delicatessen titulada "Albóndiga: no te olvidamos" cuando me encontré con Bolero Meatballs en la calle de las Conchas, número 4 en Madrid, el lugar que podría ser la fantasía erótica de Homer Simpson.
Con apariencia muy hipster y el mismo fervor por recuperar las albóndigas como plato estrella que tu tía Juana la de Cuenca, Bolero Meatballs ofrece básicamente eso: albóndigas. ¿Cómo? De carne, de pollo o incluso veganas. En bocata, de tapita, con o sin guarnición, pero albóndigas al fin y al cabo. Seguro que si te acercas con simpatía y desparpajo y pides un batido de albóndigas te lo hacen encantados. Y es que los albondigueros se reconocen entre sí a kilómetros de distancia como los grupos de españoles en Londres.
El albondiguismo ha llegado a Madrid, se acabaron las tostas de sucedáneo de salmón con brie, las reducciones de reducciones de reducciones y las tapas de aire. Si estás harto de la cocina fusión y las improvisaciones, Bolero Meatballs es una vuelta a lo tradicional, un menú simple, una apuesta sencilla pero deliciosa, ¿a qué esperas?
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