Los que me conocéis un poco, aunque sea a través de redes sociales, ya sabéis lo mucho que me gusta el dulce. Aunque no creo que sea una cuestión de cantidad, sino de calidad, considero que siempre hay que tomar una o varias dosis de dulce al día. No es la solución a nuestros problemas, pero es importante para endulzar la vida.
Tal vez es por eso que me gusta tanto el concepto de las tiendas de Dream Pills, que tienen la apariencia minimalista y con el color blanco como protagonista propia de una farmacia, pero que lo que venden no son medicamentos sino golosinas. Por supuesto las gominolas vienen empaquetadas como si de auténticas medicinas se tratase.
Aunque se parece mucho a una farmacia, hasta el punto de que los dependientes que despachan las dulces medicinas van vestidos con bata blanca, hay diferencias, como el color azul de la cartelería que sustituye al verde oficial de las farmacias de verdad. Pero quitando el color, también en el estilo los carteles son muy parecidos a los de la industria farmacéutica.
Bonito color y agradable sabor es la combinación perfecta que corresponde a las golosinas y que no solo es cosa de niños. Muchas veces me he preguntado a qué edad deja uno de comer chucherías... porque yo creo que los de mi generación no tenemos previsto parar. Aunque solo sea de vez en cuando, si las golosinas son buenas para los peques, también son buenas para los que no somos tan peques.
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