Óscar Niemeyer siempre fue uno de mis arquitectos favoritos. Sobre su obra hice mi primer trabajo de la carrera, y desde entonces me quedé prendado de su excepcional manera de combinar en su arquitectura el organicismo con el minimalismo.
Aunque hace ya más de seis meses de la muerte del centenario y laureado arquitecto brasileño, he querido hacerle un pequeño tributo personal a Niemeyer a través de una de sus últimas obras, y la única en nuestro país, el Centro Niemeyer de Avilés, que pude visitar justo un año antes de su muerte.
Situado en medio de la ría de Avilés, este centro cultural es, según palabras del propio arquitecto: "Una plaza abierta a todo el mundo, un lugar para la educación, la cultura y la paz", y no le falta razón, pues cuenta con un auditorio, una cúpula de exposiciones, una torre mirador y un edificio polivalente.
La plaza es una de las piezas claves del programa, no sólo porque todos los edificios se ordenan en torno a ella, sino también gracias a un escenario para actuaciones al aire libre que emerge de una de las paredes del auditorio.
El auditorio, con forma de ola y con un enorme dibujo de una mujer tumbada al sol en uno de sus laterales --el arquitecto siempre se declaró enamorado de las curvas femeninas-- tiene una capacidad para más de 1.000 espectadores y espacio para diferentes exposiciones.
Al otro lado de la plaza se encuentra una cúpula con forma de casquete esférico, que alberga un espacio expositivo diáfano de 4.000m2, mientras que cerrando la plaza se situa el edificio polivalente, con salas de cine, espacio para reuniones y un gastrobar.
Aunque cada edificio sigue una forma geométrica diferente, todos se reconocen enseguida como parte de una unidad gracias a su disposición armoniosa y al uso de un lenguaje constante en el que se combina el hormigón blanco con los colores primarios (el rojo, el amarillo y el azul), el mismo lenguaje que ha acompañado a Niemeyer durante su carrera.
Pero en realidad, poco de lo que diga os podrá ayudar a entender la magnífica obra del arquitecto brasileño. Si vivís cerca de Avilés, es una visita obligada a poco que os guste el diseño, el arte o la arquitectura. Si no, diría que merece la pena el viaje desde cualquier punto del país, pero por si acaso no os animáis, os dejo con una pequeña galería fotográfica a modo de tributo personal a Niemeyer.
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