La mía sí, no lo voy a negar, pero tampoco podía ser de otra manera. Cuando compramos el piso no disponíamos de mucho dinero para amueblarlo y encima estábamos enamorados del estilo Ikea que ni siquiera había llegado a nuestra ciudad por aquel entonces.
Ni cortos ni perezosos, alquilamos una furgoneta enorme y nos fuimos un fin de semana a Madrid, con el catálogo memorizado en la cabeza y nos trajimos absolutamente todos los muebles y accesorios que necesitábamos para entrar a vivir. Nunca olvidaré la cara que puso la cajera cuando nos vio aparecer con infinitos carros llenos.
Una opción económica pero la menos original. Cada vez que veo la librería, el sofá y la alfombra de mi salón, cada vez que abro el armario o destapo el edredón de mi cama al irme a dormir pienso en la cantidad de casas en el mundo que habrá fotocopias de la mía y del catálogo de Ikea, el de mayor tirada del planeta.
Exactamente lo mismo le ocurrió a la joven Jess, quien un buen día se levantó de la cama y tuvo la sensación de haberse despertado en el interior de un catálogo de la firma sueca, como si de un cómic se tratara y ella fuera la heroína.
Ni corta ni perezosa cogió su cámara y comenzó a fotografiar cada rincón de su casa para después pasar esas imágenes por Photoshop añadiendo precios y otros distintivos del popular catálogo. El divertido ejercicio demuestra que efectivamente las fotografías podían estar incluidas en alguna de sus páginas sin desentonar con el resto. Y tu casa ¿daría el pego?
Con esto no quiero decir que recurrir a Ikea sea una mala opción (qué haríamos nosotros sin esta gran cadena), pero sí que tampoco es cuestión de abusar y mucho menos de imitar hasta el mínimo detalle de sus fotografías ambiente. Combinándolo con otro tipo de muebles o incluso customizándolos a nuestro gusto podemos obtener resultados mucho más satisfactorios. Al menos nuestra casa será más personal.
Más Información | Apartment Therapy
En Decoesfera | Cuando tu casa es un catálogo de Ikea
