Hay que reconocer que la sangría no tiene especialmente buena fama, mucha gente piensa que es cosa de turistas y jovenzuelos, y en parte tienen razón, debido a la poca calidad de las sangrías en muchos bares y a ese líquido rojizo que venden en un tetra brick que no merece ni llamarse así. Menos mal que Lolea no es una sangría cualquiera.
Lolea es una sangría artesanal que nace de la ilusión de cuatro amigos a los que les gusta la sangría, cansados de no encontrar sangrías de calidad ya preparadas. Está elaborada con vino de calidad e ingredientes naturales, con dos variedades, la sangría original con vino tinto, y la clarea, con vino blanco.
Todavía no he tenido la oportunidad de probarla, pero su packaging, tanto en su versión opaca un tanto folklórica vestida de lunares como la botella transparente tradicional con solo con el logo de corte retro serigrafiado y los lunares en el capuchón de papel que la protege, me ha enamorado desde el primer momento.
Ya sea para llevar de picnic o para pedirla en una terraza de verano con la tranquilidad de que vamos a poder degustar un producto artesanal elaborado con mimo. La Sangría nº1, la roja de toda la vida, se prepara con vino Cabernet Sauvignon y Merlot, zumo natural de naranja y limón, azúcar de caña, un toque de canela y agua de manantial ligeramente frizzante; la sangría nº2, la Clarea, sustituye el vino tinto por vino moscatel, y la canela por un suspiro de vainilla.
No sé a vosotros, pero a mi me han entrado unas ganas terribles de coger una caja e irme de picnic al campo o a pasar un día a la playa, aunque parte de la culpa la tienen las imágenes de su web. ¡Qué gusto da dejarse seducir por buen diseño! La sangría ya me sabe rica sin haberla probado.
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