Esa extraña atracción entre la moda y la comida basura, ahora en foto

Esa extraña atracción entre la moda y la comida basura, ahora en foto
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Todos sentimos atracción por aquello que nos resulta exótico, diferente o desconocido. Por aquello que nos atrae y nos aterra porque lo consideramos peligroso y al mismo tiempo salvaje. En relación a esto ya habréis visto cómo el mundo de la moda, compuesto por un ecléctico grupo de gente que no suele comer canapés en actos públicos ni prueba una hamburguesa desde 1994 se siente, de pronto, irremediablemente atraído por la estética de la comida basura.

La horrenda pieza kitsch con forma de patatas fritas a la que en Moschino llaman bolso y por el que estan muriendo y matando egobloggers y egobloggers wannabe es una buena prueba de ello. La fascinación de la moda por la comida basura ha generado controversia, obviamente. Hay quien afirma que los coolhunters (en cristiano: caza tendencias) recogen ideas e influencias de lugares diversos, que acaba siendo por norma general, las calles y que la fast food está en las calles como están las sudaderas y las sneakers que Chanel ha "elitizado" y subido a la pasarela de París.

Salchichas_Chanel.jpg

Y hay otros que opinan que parece casi una broma de gente rica y elitista, un "Oh, mírame, qué risa, voy vestida como una empleada de McDonald's, ¿no es lo más?", mientras beben champagne, se hacen fotos y dicen sutilmente que no con la cabeza a ese canapé de apio y queso light. Seas de los primeros o de los segundos, lo que está claro es que la tendencia es fascinarse por la comida basura hasta el punto de convertirla en icono, porque en una sociedad donde cada día nos preocupamos más por la alimentación (no hay más que ver el éxito de la comida orgánica o el auge del vegetarianismo) la comida basura nos atrae por resultarnos diferente, rara y peligrosa.

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Siguiendo el mismo juego encontramos el trabajo del fotógrafo de moda y artista Linus Morales que hace un par de años (visionario) decidió hacer justo lo contrario: sellar comida con logos de marca, hacer de la comida basura un objeto de lujo en sí, imaginar un mundo en el que la gente podría pagar una fortuna por comer algo de Chanel o de YSL, por comer chic. Lo cierto es que imagino perfectamente a una legión de bloggers-instagramers fotografiando esta serie de platos: las salchichas de Chanel, la tostada de LV, los fingers de Fendi y el chuletón de Gucci. Nunca un plato tuvo tanto glamour.

Gucci.jpg

Pese a que la comunión entre comida y basura y moda me parece una ordinariez, el trabajo de Linus Morales me resulta interesante: transformar comida cotidiana en objetos de lujo, hacer de algo grasiento y poco chic como unos palitos de pescado algo apetecible. Las fotografías son limpias y agradables y el mensaje es infinito: ¿vivimos en un mundo únicamente preocupado por las apariencias? ¿Necesitamos sentir que lo que consumimos es único para, de verdad, consumirlo? ¿Podríamos consumir cualquier cosa, por absurda que sea, de llevar un logotipo en cuestión? La última colección de Moschino dice que sí.

Y a vosotros, ¿qué os parece el trabajo del fotógrafo?

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