Me gusta lo kitsch, viejo y pasado de moda. Soy romántica por naturaleza y vivo esperando LA historia de amor. Y todo por culpa de Hollywood. Y si para ser más rebuscada, adoro aquellas películas donde chico conoce chica en pleno parque de atracciones. Pero no un parque cualquiera, moderno, y con mucha tecnología. Para nada. Me gustan aquellos lugares que se ven en las telefilms donde las atracciones son de madera, las norias son de tamaño gigantesco y se sirven nubes de azúcar a todas horas. Y ese lugar lleva el nombre de Coney Island (y su parque de atracciones).
Situada al sur de Brooklyn es una extensión de 6.4 kilómetros de largo por 800 metros. Las montañas rusas de antaño son las protagonistas, donde la madera decora el paisaje y los vagones se muestran como los de hace años. Aunque no nos engañemos, muy mono en foto, muy cool de aspecto pero incómodo de narices: la atracción pega unos latigazos que mejor que reserves hora al quiropráctico para después de una sesión intensa de bajadas a toda velocidad.
Pero para lucir hay que sufrir. Sí, Coney Island mola y es un lugar que debe ser visto. Es curioso, diferente y te invita a pasar un agradable estancia. Así que si este verano visitas Nueva York... Escápate y sumérgete a la vida de hace años. Pues el lugar se renueva pero con esa aura vintage.
Fotos | Zara Pictures, Wikimedia
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