
Querido Shrek:
Nunca terminé de reponerme de aquella horrible tortura a la que ese enano del príncipe Farquaad me sometió. Todavía resuena en mi crujiente cabeza sus amenazas a mis botones de caramelo, y los mordiscos que propició a mis pobres y dulces piernas.
Es por ello que he decidido terminar con mi existencia. No podrás convencerme de lo contrario. El bol de leche caliente está listo para recibirme, y no puedo hacer otra cosa que inspirar esta camiseta póstuma por 17 euros.
Siempre dulce,
El hombrecillo de jengibre.