Es posible que algunos de vosotros ya lo conozcáis porque Ricardo Pérez, es uno de los referentes de la cocina vasca moderna. En 1999 abrió el primer restaurante Yandiola en Bilbao, pero uno de los momentos más importantes de su carrera llegó en 2010 con la inauguración de AlhóndigaBilbao, un componente icónico de la arquitectura de la ciudad levantado sobre un viejo almacén de vinos y diseñado ni más ni menos que por Philippe Starck.
En AlhóndigaBilbao podemos encontrar una oferta gastronómica de lo más variada. Desde la cafetería, Hola Bar, donde disfrutar de unos ricos pintxos, hasta el restaurante La Florinda con cocinas del mundo, pasando por servicio de catering, aula de cocina y hasta una terraza de copas. Pero su máxima expresión es el restaurante gastronómico Yandiola en el que ni Chicote encontraría algo para criticar.
El restaurante está situado en la segunda planta del edificio. Ya en su entrada, que podemos ver a la izquierda en la foto sobre estas líneas, se puede apreciar el estilo moderno y sobrio que el arquitecto mantuvo en la línea con el diseño de AlhóndigaBilbao. Se trata de un espacio muy acogedor, con cómodos asientos marrones, grises y verdes, que recuerdan la naturaleza vasca más salvaje en una arriesgada apuesta del famoso diseñador.
La cocina de Yandiola es cocina tradicional vasca con un toque de vanguardia. Ricardo Pérez es miembro de la asociación Slow Food Bizkaia, que apuesta por la filosofía del Kilómetro Cero. Incluye en la carta productos de la zona como el queso de oveja Carranzana de Cara Negra, las sal de las salinas de Añana, los pescados azules ahumados Keia de Kepa Freire, la cebolla morada de Zalla, la panadería artesana de Saturio Hornillo o los pimientos verdes de Barranca.
El chef manager, Borja Etxebarría, y la jefa de cocina, Saray Rueda, tratan de mantener en los platos sabores puros pero con ese toque de ligereza y equilibrio que aporta una cuidada elaboración. Podemos empezar con unas anchoas artesanas del Cantábrico en aceite de oliva con tosta de mantequilla, seguir, por supuesto, con un bacalao al Pil-Pil y terminar con una tarta crujiente de queso de Idiazábal con membrillo y helado de nueces. No sé a vosotros,pero a mi ya se me está haciendo la boca agua...
Estando el restaurante ubicado en un antiguo almacén de vinos no nos podía fallar en la bodega. Teresa Fernández es la sumiller que asesora a cada comensal para que elija entre las más de 450 referencias que ofrece, con la intención de conseguir siempre el mejor maridaje.
Y después de una comida como esta, nos viene haciendo falta ya un gin tonic por lo menos. El broche final de esta experiencia gastronómica está en la Terraza de Yandiola, que vemos en la foto sobre estas líneas, y en la que podemos disfrutar de un cóctel en un ambiente agradable y distendido, un poco más cerca del cielo de Bilbao.
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