Hace justo una semana estaba pegada a la pantalla del ordenador, con las manos sudadas, temblando de emoción y el corazón a mil. De repente el contador se puso a cero a las 18:56h más exactamente. Y he aquí cuando empezó la aventura (y la locura) de comprar las entradas de Coachella 2015 en la pre-venta. ¿El porqué de esta pre-venta? Poder pagar los 350 dólares a plazos y asegurarme un lugar el año que viene eran algunas de las razones. Mi intención era ir el primer fin de semana que es cuando hay más ambiente, más mamoneo, y porqué no, más #postureo. Pero por si a caso meterse en la lista de espera de ambos fines de semana fue una buena táctica.
La lista de espera te indica que la página se irá actualizando automáticamente cada minuto. Tú no has de hacer nada, tan solo esperar. Pero cuando digo nada es nada, pues si por casualidad sales de la lista para poder tener la opción de comprar una entrada, un cronómetro hace una cuenta atrás exasperante, así que has de estar al loro. Las redes sociales se llenaban de comentarios y a las 19h (la hora oficial en que en teoría empezaba la venta) la web ya estaba colapsada y nadie podía acceder a ella.
No deberías esperar más de 30 minutos en la lista de espera. Eso rezaba un cartel rojo que me ponía de los nervios. Pero en total (y cuando estuve a punto de abandonar) apareció la pantalla que estaba esperando: opción de comprar, entradas baratas todavía disponibles pero con un PERO: segundo fin de semana. Tras una milésima de segundo de pensar qué hacer (si esperar un poco más en la otra lista y arriesgarme a quedarme con nada) y con el teclado sacando humo por miedo a quedarme sin tiempo ¡darán! Me hice con un par de entradas.
De momento no se sabe quién vendrá a tocar, pues el cartel sale en Diciembre, pero viendo los carteles anteriores ya sé que defraudarme no lo hará. Sí, soy muy friki, pero ya puedo decir que (si Dios quiere) el año que viene me veréis de nuevo en Coachella.
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