La Piscina Molitor se ha convertido, desde Mayo de 2014, en un hotel de lujo tan único cómo ella, un referente de la arquitectura Art Decó y de lo que significa "resurgir" cómo un Ave Fenix. Artístico. Impactante. Sacude alma y cuerpo. Esculturas, cuadros, murales, muebles art nouveau que te llevan al pasado y un coche en mitad del vestíbulo que te podría llevar a otro mundo... Es el lugar de moda con el bar de moda. Tanto que a menudo encuentras equipos de revistas haciendo shootings en todas sus estancias. En su interior se encuentra un secreto muy bien guardado: El spa Clarins. También un lugar para cuidarte y resurgir de nuevo.
"Un día, Mamaji le dijo a mi padre, que de todas las piscinas del mundo, la más bella era una piscina pública en París. Que el agua era tan transparente, que podías hacer tu té de la mañana ahí. Que una simple zambullida te podía cambiar la vida. Antes de nacer, él dijo: “Si quieres que tu hijo tenga un alma limpia, tienes que llevarlo a bañarse a la Piscine Molitor algún día”. Nunca entendí porqué mi padre se tomó esto tan a pecho, pero lo hizo, y me llamaron ‘Piscine Molitor Patel’”. La vida de Pi.
Estamos al lado del Roland Garros. En la zona este de París. La ciudad se levanta nublada, y la temperatura de marzo tampoco acompaña. Pero son las 9.00 de las mañana y hay gente nadando en su fabulosa piscina. Su agua es tibia y el contraste del frío y el calor, revive. Con su fondo azul casi mágico, la vieja piscina es posiblemente, cómo decían en la novela y la oscarizada película La Vida de Pi, la más bella del mundo... Al menos del occidental. Nos encontramos aquí porque la casa Clarins nos ha invitado a conocer un secreto de belleza más: El Hotel Molitor y su Spa Clarins.
Los viajeros que quieren cuidarse y practicar deporte traen su traje de baño y se convierten por un momento en Johnny Weissmüller o en Esther Williams. Se zambullen de pleno en su arquitectura Art Decó de 1929, en su aire de proyección cinemascope y, por supuesto, en su ambiente technicolor. Alrededor de la piscina, las pequeñas puertas azules de los vestuarios parecen soldados vigilando para que la arquitectura sea absolutamente perfecta. Sillas y hamacas diferentes crean la sensación de que por allí ha pasado el tiempo haciendo bricolage y ha dejado los muebles como retazo y recuerdos. Sólo unas piezas de cada colección, de cada año, de cada etapa. Para los meses de frío de verdad, esos meses en los que París baja los cero grados, hay otra piscina, preciosa también, y cubierta. Sin embargo, durante nuestra estancia de dos noches y dos días, está vacia. Incluso si chispea, la piscina al aire libre gana la partida.
Las habitaciones son de un tamaño ideal, ni grandes ni pequeñas, de decoración limpia y con un toque artístico en la iluminación. Todas tienen vistas a este lugar tan peculiar y único. A destacar la insonorización para que no se oigan los ruidos del exterior (especialmente en verano). Es de lamentar que no se puede salir a la pequeña terraza que da a la piscina. Las puertas de las mismas se pueden abrir, pero tienen un tope y no pasa una persona. Tal vez los fantasmas del Molitor sí paseen libremente. Los puedo imaginar. Con bañadores y peinados de los años 30 e impactados por cómo ha cambiado la humanidad con los años.
El hotel Molitor es un lugar que hay que conocer (incluso visitar aunque te alojes en otro sitio), por su piscina, por su brunch y por su bar, que está de moda en París y que se llena de jueves a domingo. Pero también porque tiene ese secreto que nos guardaba Clarins: Un spa sofisticado con paredes de papel de maravillosos efectos ópticos, cuajado de cuadros, fotos y muebles antiguos mezclados con coloridos sofás y sillas de diseño nuevos en tonos chillones, pero elegantes a la vez.
Este Spa es también un extraño viaje en el tiempo. De golpe estás en el ayer, en el ahora y en el mañana. Tiene un extraordinario hamman, que puedes disfrutar antes o después del baño en la piscina para aumentar el efecto contraste de las temperaturas. Cómo decíamos, Clarins se ocupa de la parte corporal y facial de este lugar. Una garantía y un lujo más. No diremos, como en La Vida de Pi, que te puede cambiar la vida, pero sí que te cargará de energía, te renovará la piel y al salir de allí será como empezar de cero. Hay tratamientos faciales y corporales. Muy recomendable el tratamiento purificador, que utiliza más de 8 productos y te deja la piel jugosa y fresca. Si gustas de masajes intensos, coméntalo en recepción del spa al hacer la reserva y pregunta por sus terapeutas asiáticas. Y por supuesto, no te puedes ir de allí sin probar uno de los iconos más importantes de la belleza mundial. El Huil Tonic de Clarins. Un número uno y muchas veces la puerta de entrada a esta marca. Le llaman el oro líquido por su intensidad y concentración. Contiene aceites esenciales de menta, avellana y romero. Es ideal para tonificar y renovar la piel y tiene un aroma pentrante y revitalizante, inolvidable.
Si te decides a reservar (los precios no son tan locos cómo imaginas: desde 260 euros con acceso a gimnasio y sauna), no te pierdas además los mejores huevos benedictine que habrás probado nunca. Su desayuno es espectacular (hasta con arroz con leche) y, aunque es buffete, traen café (buenísimo) y platos calientes de la cocina.
Así que si buscabas plan para viajar próximamente, te proponemos uno (con tu pareja, por trabajo o si buscas escapada de amigas): Reservar en el Hotel Molitor de París y en su spa. Planear el itinerario mientras ves la película La vida de Pi. Hacer la maleta metiendo el traje de baño y tus estilismos más chic en ella. Disfrutar de una maravillosa ciudad que te está esperando y encontrar tiempo para renovarte por fuera y por dentro.
Te dejamos con la canción Piscine Molitor de La Vida de Pi, para que empieces a planificar.
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